Del trauma al amor consciente: sanar heridas emocionales para amar mejor

Índice

Introducción

A veces sentimos que nuestro pasado nos persigue, porque experiencias intensas, como una traición, una pérdida significativa o el rechazo de alguien importante, quedan grabadas en nuestra forma de reaccionar. Puede que no lo notes a simple vista, pero cada vez que tu pareja levanta la voz, los recuerdos asociados vuelven como un eco y convierten un conflicto menor en un terremoto emocional.

Para darte una idea, imagina que de niño te aislaban cada vez que cometías un error en casa. Hoy, si tu pareja expresa un desacuerdo, tu cerebro vuelve a esa misma sensación de tristeza y reaccionas estando de acuerdo con todo o tratando de imponer tu parecer para “evitar el castigo al que estás acostumbrado”. Ese es el patrón inconsciente que nace de aquel trauma. No es que quieras sabotear tu noviazgo o matrimonio, sino que tu mente solo está usando la “estrategia” que pudo protegerte en otro momento, pero que ahora te corta la posibilidad de resolver los conflictos adecuadamente.

¿Cómo puedes empezar a sanar y evitar que esas cicatrices definan tu presente?

Te propongo algunos pasos prácticos:

1. Reconoce tu propia historia sin culpa y sin vergüenza:

Si aceptas que hubo un episodio que te marcó, ya estás más cerca de suavizar su impacto. Comienza haciendo un listado breve de los momentos que más dolor te causaron en tus lazos anteriores y cómo reaccionaste ante ellos, para luego considerar maneras distintas de actuar en situaciones que te recuerden esas circunstancias.

2. Lee sobre la teoría del apego:

Sin términos complicados te lo explico, hay estilos de relacionarse —evitativo, ansioso, desestructurado y seguro— que nacen de nuestros primeros vínculos afectivos. Si descubres que tu manera es “alejarte para no ser herida” te será más fácil ponerle nombre y sentido, además, si entiendes que es un mecanismo aprendido, podrás esforzarte por desaprender o reaprender formas distintas de actuar con las personas que te rodean.

3. Explícale a tu pareja qué te pasa:

Podrías decirle algo así como “Cuando amenazas con terminar la relación o te vas sin decir nada, mi mente recuerda la vez que sentí abandono en mi infancia y me bloqueo. No es tu culpa lo que me pasó, pero ahora podrías ayudarme si reaccionas diferente, por ejemplo, si te quedas a resolver los problemas que tenemos con una actitud tranquila”. Con esa confesión, pueden convertir un comportamiento automático en un punto de unión y comprensión.

4. Practica respuestas nuevas:

Por ejemplo, si sientes mucho malestar al escuchar un reproche, en lugar de cerrar la comunicación o estallar, di “Necesito un momento para ordenarme”. Esa pequeña frase reemplaza las viejas respuestas de “¡Esto se acabó!”, “¿Qué haces conmigo entonces?” o “No voy a aceptar cuestionamientos de nadie”, por algo que promueve la comunicación asertiva y la resolución de conflictos.

5. Refuerza cada avance:

Si notas cambios, reconócelos. Un “gracias por escuchar mis emociones” o un “valoro un montón la paciencia que tuviste” haces que la otra persona sienta el deseo de volver a repetir ese comportamiento que ayudó a afianzar el vínculo en lugar de lastimarlo.

Conclusión

El caso de Laura es muy ilustrativo. Ella creció con el abandono de su padre, así que cada vez que su esposo, Javier, se iba de viaje, entraba en un estado de angustia y temor. Laura, por su parte, trabajó con un terapeuta para ahondar en su miedo y cómo mitigarlo. Pero juntos empezaron a tener llamadas cortas a la hora del almuerzo y mensajes espontáneos a lo largo del día, en vez de esperar a la tradicional videollamada nocturna. Al cabo de tres meses, los niveles de ansiedad de ella bajaron notablemente, y Javier, al entender su historia, dejó de tomar sus reacciones como exageraciones o dramas.

Transformar un trauma no significa olvidarlo sino reinterpretarlo. Cada vez que reconoces la raíz de tus reacciones y construyes un nuevo “plan de acción” con tu ser amado, tu historia deja de gobernar tu presente. Si caminan de la mano en este proceso, el amor deja de ser una fuente de dolor y se convierte en un espacio de crecimiento y sanación mutua.

Transformar un trauma no significa olvidarlo sino reinterpretarlo. Cada vez que reconoces la raíz de tus reacciones y construyes un nuevo “plan de acción” con tu ser amado, tu historia deja de gobernar tu presente. Si caminan de la mano en este proceso, el amor deja de ser una fuente de dolor y se convierte en un espacio de crecimiento y sanación mutua.

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